un zarandeo para mi alma, que se ha quedado temblando de frio en un portazo.
Un portazo a ese amor de niños, que siendo adulto en vez de madurar y oler dulce, se quiebra y su olor apesta.
Una pena que me deja sentada, gritando en silencio…
Si la tristeza tuviese rostro, sería el mio.