Hay un espejo mágico en ese espacio de nuestra mente, dónde nos muestra una realidad que idealizamos, que tal vez inventamos mientras nos leían aquellos cuentos de hadas y brujas.
Ahí comenzó una batalla a caballo desbocado entre lo lógico y lo mágico.
Los castillos que se desploman de un plumazo…
El primer ladrillazo te deja mirando hacia atrás, con los brazos en alto batiéndose entre ese primer polvo, qué de mágico no tenía nada.
Queriendo echar la culpa a alguien, buscando culpables moviendo la cabeza de un lado a otro…
Ni yo fui nunca una princesa, ni mi boca supo a fresa.
Los espejos me sirven mucho más ahora, desde las ruinas de varios castillos.
Hoy miro hacia atrás y sonrió, hoy finjo mucho más sinceramente, y digo verdades cuando lo creo necesario para mí.
Y si…cada vez me importa menos esa magia.