Bien venidos los vientos que alborotan las emociones, su fuerza nos obliga a cerrar los ojos para mirarnos de una forma más abierta por dentro
sin dejar de sentir en la piel su caricia violenta…
Un zarandeo externo, para acunar nuestras entrañas.
En el gris del cielo otros ven oscuridad, donde se puede ver claramente el movimiento, los claroscuros que pueden representar la vida
Los matices, lo bueno y malo, todo aparentemente mezclado desordenadamente.
Las nubes siguen su curso, como la vida de cada uno, deprisa, pero dejándose notar y ver, para quien se atreva a mirar el cielo.
Valientes quienes toman sus armas y las convierten en herramientas, osados los que con un pensamiento ponen en marcha el mecanismo de su poder y ayudan a construir por fuera, lo que sienten dentro…
Bien venido el otoño, donde se cae lo viejo al suelo, para que lo miremos con detenimiento, todo tiene su tiempo para volver a florecer, nos lo dice la vida, tiene que pasar el invierno, para que vuelva a nacer lo que ya conocemos, mientras tanto, se queda allí para que veamos qué ha caído… y si queremos rectifiquemos.
Reconociendo que tampoco tiene que importar tanto lo que ya no es, porque en primavera vuelve a florecer lo que antes era.